Sin lugar a dudas, uno de los bazas más importantes de Málaga de cara a la candidatura a capital cultural europea es su impresionante legado histórico, sumado a la interculturalidad que, desde los tiempos más remotos, han dejado como huella indeleble la variedad de pueblos que habitaron nuestras tierras.


Aunque en la zona que hoy abarca nuestra ciudad habitaron pueblos prácticamente desde los albores de nuestra civilización, durante el paleolítico, la historia de la Málaga actual comenzó, primigeniamente, con la llegada de los fenicios a nuestras costas, hace 2.700 años.


MÁLAGA EN LA ANTIGUEDAD

Fundaron la colonia de Malaka hacia el siglo VIII a.C. buscando un apoyo logístico y estratégico a Gádir (Cádiz) . En poco tiempo, Malaka , gracias a su situación estratégica y su abundancia de recursos, se convirtió en una de las factorías de pescado más importantes de la península y el puerto comercial de mayor transcendencia entre Gádes y Levante.

En el siglo VII a.C. los griegos, establecieron una importante base comercial.

Desde el siglo VI a.C. los cartagineses arrebataron a los fenicios Malaka, dominando de esta forma su ya importante puerto, y con ello, las rutas comerciales de esta colonia.

Después de tres siglos de control púnico, en el 206 a.C. los romanos conquistan Malaka y expulsan a los cartagineses de ésta, que pasa a llamarse Municipium Malacitanum. Durante el periodo latino, data por ejemplo, el Teatro Romano, que , pese a sus modestas medidas, fue uno de los primeros contruidos en Hispania Ulterior.
En esta fecha, la ciudad producía en abundancia el preciado garum, al igual que pescado en salazón.


Ya en el siglo V d.C. con la caída del Imperio Romano de occidente en manos de los pueblos bárbaros, el Municipium Malacitanum pasa a formar parte del reino visigodo, pero, con la intención de recobrar el esplendor perdido, el emperador del Imperio Bizantino Justiniano I la conquista. Durante el siglo VI se cree que posiblemente
Carthago Spartaria (Cartagena) o Malaca fueran capital de la provincia de Spania. La producción de garum y salazón remiten en detrimento de la producción aceitera, imperante en esa época. Debido a su doble papel como puerto comercial, de comunicaciones y plaza defensiva al sur, Malaca se constituye de esta manera, como una de las más importantes ciudades bizantinas en la península.

Hacia el 613 d.C. el rey visigodo Sisebuto, liderando a su ejército, reconquista Malaca, de la que no se marcharán hasta un siglo después, con la conquista de la ciudad a mano de los musulmanes. La ciudad posiblemente siguiera basando su economía en las actividades militares y portuarias.



LA MÁLAGA MUSULMANA

Cuando en el 711 d.C. en la decisiva Batalla de Guadalete el general bereber Tarik derrotó al rey godo Rodrigo no solo trajo como consecuencia el fin del reino visigodo en España, sino que marcó la presencia musulmana en la península por un periodo de hasta 8 siglos.

En Mālaqa, como se llamó durante esa época, conquistada por los musulmanes en el 743 d.C. el núcleo administrativo, político y religioso se centró en la zona de la Alcazaba. No en balde, ya en el 775 d.C. se construye la primera mezquita en ella, por mandato de Abd al-Rahman I. En dicha época se sitúa también una importante necrópolis en la playa, en la zona de Plaza de la Marina, que luego fue trasladada, debido al aumento de población, a las laderas del Gibralfaro. A su vez, la ciudad empieza a proyectarse fuera de los márgenes de la Alcazaba, al oeste. De entre 1026-1238  la urbe pasa por una etapa de esplendor, al constituirse la Taifa de Malaga. No se tardó en notar los efectos, el comercio entre el norte de África y Mālaqa se acrecentó, lo que se tradujo en un nuevo aumento demográfico y sus consecuencias, la expansión de la ciudad y la construcción de edificios y monumentos importantes. Un ejemplo de estos últimos serían la Mezquita Aljama y, ante todo, la Alcazaba. Ésta última marcó la ciudad desde el mismo momento de su construcción y se alzó, con el paso de los siglos, como el monumento medieval islámico más importante de Málaga .
 Málaga fue evolucionando en época nazarí (desde siglo XIII a finales del XV), adaptándose aún más a la difícil situación que pasaba el Reino de Granada, en el cual estaba integrada, debido a la intensa expansión cristiana. El crecimiento económico y el fuerte carácter defensivo marcarán la ciudad hasta su conquista. Cementerios, arrabales, huertas y jardines rodeaban la ciudad que, aunque presentaba un perfil de calles tortuoso e irregular, propio del estilo árabe, mostraba también un concepto urbano en el que destacaban sus espacios interrelacionados. La madrasa (la primera de todo Al-Andalus), situada en la mezquita , diversos zocos, una imponente muralla y las atarazanas hablan de la importancia de la Málaga en época nazarí. Siendo uno de los más largos de la Reconquista, el asedio de Málaga fue terrible y descarnado, concluyendo con la entrada de los Reyes Católicos en la ciudad, a mediados de Agosto de 1487.


MÁLAGA EN LA EDAD MODERNA

La conquista cristiana de Málaga supuso la incorporación de ésta al Reino de Castilla, y constituyo un cambio transcendental para la ciudad que había bebido de la cultura e influencia árabe durante 8 siglos. Los Reyes Católicos sólo permitieron permanecer a unas 30 familias árabes, en calidad de mudéjares. Tan solo estas familias tuvieron el privilegio de quedarse en tierras cristianas sin ser expulsadas.
A raíz del reparto de las tierras a manos cristianas, el trazado de la ciudad empieza a cambiar considerablemente. En torno a la plaza mayor (actualmente la Plaza de la Constitución), cruzada por calles transversales, se construirán 4 parroquias (Santa María, Los Martires, Santiago y San Juán). No pasará mucho tiempo cuando se traslade y habilite para el culto cristiano todos los espacios dedicados anteriormente al islam. El obispado de Málaga comienza la construcción de la Catedral (la llamada Catedral Vieja) en 1488 sobre parte del solar que ocupó la otrora Mezquita Aljama, siendo consagrada bajo la advocación de Santa María de la Encarnación. La llamada Catedral Nueva empezó a construirse en 1527 como resultado del insuficiente espacio del anterior templo, adaptandose así a las exigencias de la cada vez mayor población cristiana. 
Durante los siglos XVI al XVIII Málaga vivió su particular época de decadencia y desgracia, provocada por múltiples factores; como la guerra de las Alpujarras y la expulsión de los moriscos, graves epidemias (el puerto mostraba una hoja de doble filo, actuando de receptor y foco principal de todo tipo de enfermedades traídas desde fuera), inundaciones del rio Guadalmedina, malas cosechas, y hasta terremotos de magnitud. Como es lógico todas estas catástrofes cayeron sobre la población, mermándola.
El tradicional motor económico de la ciudad, el puerto, continúa en auge, siendo transcendental la exportación a numerosos países europeos de productos malagueños muy valorados como vino, pasas, naranjas, frutos secos o seda morisca . Las actividades de gran flujo económico en esta época eran el textil, el cuero, el metal o la alimentación.


MÁLAGA EN LA ILUSTRACIÓN

El siglo XVIII fue para Málaga una época de cambios y mejoras. Aunque apegada aún a la tradición y el pasado, el germen del aire nuevo, la Ilustración, pronto arraigaría. Tras la Guerra de Sucesión Española (1701 - 1713), Felipe V encarga la ampliación del puerto malagueño, en 1717. De tal manera, la ciudad pasa a afrontar un doble objetivo para el monarca. Por un lado, siendo sede de la Capitanía General de la Costa y brindando un apoyo estratégico defensivo de gran importancia en el Mediterraneo, acentuado aún más con la pérdida de Gibraltar. Por otro, el puerto sigue exportando gran cantidad de vino a Europa (facilitado por la ampliación del puerto y los caminos que unían el interior y la zona oriental de la provincia, fuentes del recurso, con éste), e importando, a su vez, productos cotizados como el cacao o el azúcar.
De ésta época de auge económico datan instituciones fundadas durante el reinado de Carlos III como el Consulado Marítimo y Terrestre hacia 1785 o la Sociedad Económica de Amigos del País en 1789.
A nivel urbanístico, el derribo de las murallas, la continuación de las obras de la Catedral y la construcción del Paseo de la Alameda fueron los hitos del momento. El incremento de la población, especialmente en los barrios extremuros del Perchel, La Trinidad, Capuchinos o La Victoria son reseñables.


MÁLAGA EN EL SIGLO XIX

A pesar de que durante el siglo XIX Málaga experimenta su época de mayor esplendor económico y auge, los augurios con el nuevo siglo no fueron buenos. Nada más comenzar, con la Batalla de Trafalgar, fuertes epidemias de fiebre amarilla, inundaciones, terremotos y malas cosechas provocaron la merma de la población, una fuerte depresión económica y la reducción y empeoramiento del comercio portuario. Para más inri, hasta 1812 la ocupación francesa en Málaga no provocó sino malestar y sublevaciones, que perjudicaron aún más la situación. En este marco, Fernando VII se alzó al poder en 1813, instaurándose su absolutismo monárquico. Por desgracia para el monarca, Málaga fué en este período una de las ciudades más revolucionarias y combatientes a favor del liberalismo, protagonizando un sinfin de sublevaciones y revueltas, contribuyendo de manera decisiva al triunfo del liberalismo en este país. El fusilamiento del general Torrijos y sus hombres, en las malagueñas playas de San Andrés, el 11 de diciembre de 1831, lo atestiguan.
Con la muerte de Fernando VII, en 1833 se sucedieron nuevamente numerosos movimientos sociales en contra del despotismo ilustrado con sus consiguientes sublevaciones.
Pero es durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando el verdadero esplendor económico llegó a la urbe. El puerto malagueño se convirtió en el segundo más importante de España y la ciudad fue una de las pioneras de la Revolución Industrial. No podemos hablar de esta época sin mencionar a las figuras que la hicieron posible, como Manuel Agustín Heredia, Manuel Domingo Larios y Larios o Jorge Loring Martinez. Estos destacados empresarios comerciales lograron hacer de Málaga un importante centro siderúrgico y textil. La idea de construir un ferrocarril que uniera la ciudad con el interior de Andalucía favoreció aún más el auge. En 1854, dada la explosión económica y la eminente bonanza surge el Banco de Málaga, avalado por los grandes capitalistas malagueños, aunque absorbido, sin embargo, en 1874 por el Banco de España.
La burguesía y el proletariado (ahora aglutinados en gran parte en las importantes fábricas y centros industriales), aumentaron.
De la mano del ilustre Cánovas del Castillo, en 1875, indiscutible protagonista, fue posible el período de la Restauración Borbónica.
En este último tercio del siglo XIX la ciudad tuvo que enfrentar, nuevamente, graves problemas económicos y sociales, surgidos por la crisis de la antaño floreciente siderurgia, del comercio o la agricultura. El descenso de la población y la depresión económica fueron los saldos a pagar. La Guerra de Cuba y el escandaloso Desastre del 98 sumieron definitivamente al país entero en una crisis de la que no saldrían hasta bien entrado el siglo siguiente.
A raíz de esta crisis se propició la idea tan en auge hoy día de la explotación turística de la ciudad, considerando el benigno clima malagueño.
Con todo ello, afortunadamente, el siglo dejó tras de sí una serie de escritores (Estebanes Calderón, Salvador Rueda), músicos (Eduardo Ocón, Emilio Tuiller) y pintores (especialmente, Pablo Ruiz Picasso) que hicieron que Málaga se situara al máximo nivel artístico internacional.


MÁLAGA EN EL SIGLO XX

Aún hasta los primeros años del nuevo siglo Málaga arrastró las consecuencias de la crisis. El aumento de demográfico, aunque no muy acentuado, volvió a acontecer durante el primer tercio. La economía, que tan sólo unas décadas atrás había sido esplendorosa, se expande tímidamente. En cuanto a la política, los señoritos y caciques plagan la provincia, demostrando el estancamiento sufrido.
Al inicio de la Primera Guerra Mundial, la inmigración provocó una recuperación económica que, con la postguerra, se vio perjudicada. La pandemia de gripe sufrida en 1918 destrozó al país, provocando la muerte de una ingente cantidad de malagueños de las clases más desfavorecidas. Esto fue el germen perfecto para que la población popular malagueña cansada y asolada por la miseria, se agitara y reclamara, apoyando el socialismo y situando a la ciudad como la de mayor numero de afiliaciones a la CNT de toda Andalucía.
Desde la dictadura de Primo de Rivera y hasta después de la Guerra Civil, Málaga se suma, al igual que el resto de España, en miseria, penurias y pobreza. 
En 1950 y a sólo partir de entonces la economía empieza a recuperarse, bifurcándose en dos vertientes principales, la agricultura y el turismo. Urbanísticamente la ciudad se expande y la una enorme cantidad de población, asentada en el interior, emigran a la Costa del Sol, engrosando su demografía.
La década de los 70, con la convulsa dictadura apunto de apagarse, favorecen una actividad cultural traída por la creación de Universidad de Málaga y el Ateneo. Finalmente, a partir de 1975 el esplendor turístico de Málaga, la idea de la ciudad de sol, playa y buen tiempo se asentaron para quedarse, dejando a la provincia como una de las más afluentes y destino turístico principal de buena parte de Occidente.


Fuentes:
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