El paso de las diversas y ricas culturas ha empapado a Málaga de un Patrimonio Histórico-Artístico con una trayectoria que abarca más de 2 milenios y confieren a la ciudad un atractivo nada desdeñable:



Teatro Romano: El asentamiento romano superó los límites de la Malaka fenicia. En su empeño por mejorarla, implantaron el latín en la ciudad, impusieron sus leyes, costumbres e ideas. De la época del emperador Augusto (27 a.C. - 14 d.C.) data la construcción del Teatro, constituyéndose como uno de los más antiguos de Andalucía. De medianas dimensiones, abarcaba hasta la actual Plaza de la Merced. Fue ampliado y modificado en época flavia, funcionando de forma continuada hasta el siglo III d.C. Por desgracia, en época musulmana fue usado como cantera de materiales para la algunas construcciones de la Alcazaba. Fue descubierto en 1951 con unas obras para la Casa de la Cultura, que hicieron aparecer los restos ocultos durante siglos.




La Alcazaba: Con la entrada árabe en la península, de la mano de Tarik, hacia el 711 d.C. y la conquista violenta de Málaga, poco después, comenzó una época histórica de ocho siglos caracterizada por la dominación islámica, que marcó a la ciudad y su provincia transcendentalmente, dejando sus vestigios por doquier. Especialmente a partir del siglo XI, Malaqa (como se llamó en durante el periodo
 musulmán) fue capital del reino Taifa lo que supuso un crecimiento demográfico, y un enriquecimiento político y económico transcendental. Tanto la Alcazaba como la mezquita mayor son las
edificaciones más significativas de este periodo. La Alcazaba malagueña es el monumento medieval islámico más importante conservado. A su vez, la fortaleza es considerada el recinto con más elementos defensivos de Al-Andalus, para lo cual no escatimaron en gastos. Su estructura se divide en dos áreas delimitadas con claridad, por un lado, la constituida por los palacios (hasta 3 en total: el Palacio de los Surtidores, el Palacio de los Naranjos y el Palacio de la Alberca) y el barrio castrense (formado por 3 manzanas de pequeñas casas con calles enlosadas), por otro, la específicamente militar y la doble muralla.





Castillo de Gibralfaro: Los orígenes de un recinto en el monte Gibralfaro datan de la época fenicio-púnica de la ciudad, en donde posiblemente se situaba una atalaya costera coronada con un faro, como se deduce del nombre Monte del Faro, o Gibralfaro (Yabal-Faruh, Yabal, monte / Faruh, faro). De cualquier forma, en época romana ya se constata la presencia de un faro en el monte. El Castillo como tal data su fecha de construcción durante el reinado de Yusuf I (1332-1354) durante el siglo XIV. El Castillo de Gibralfaro conecta con la Alcazaba por su lado nordeste, y tenía como finalidad albergar a las tropas y proteger a ésta. Paradójicamente, cuando a partir de 1487 los Reyes Católicos conquistaron Málaga, el Castillo sirvió como cárcel de la población y el ejército musulmán.




Catedral: El portentoso y valioso monumento de la ciudad, verdadera joya barroco-renacentista (su fachada es barroca, pero el interior es renacentista), tardó en construirte más de 200 años y se levantó sobre el solar de la Mezquita Mayor de Málaga, cuya grandeza y belleza, se cuenta, era notable. De cinco naves, y más de un centenar de columnas estaba compuesta, incluyendo un majestuoso patio repleto de naranjos de una gran altura. La trayectoria de la actual Catedral comenzó con la llegada de los Reyes Católicos a la ciudad, el 18 de Agosto de 1487, consagrándose a Santa María de la Encarnación desde ese mismo momento. En un principio, se respetó al completo el recinto árabe, haciendo tan solo las reformas y modificaciones necesarias para el culto cristiano. A esta se llamó Catedral Vieja, situada en lo que hoy es el jardín e Iglesia del Sagrario,de la que sólo se conserva la Portada de la Iglesia, construída en el primer cuarto del siglo XVI. Puesto que la Catedral Vieja era de tamaño insuficiente, hacia 1527 se comenzó realmente la construcción de un templo con nueva planta, la llamada Catedral Nueva. La construcción de esta nueva planta recayó sobre el arquitecto renacentista Diego de Siloé. Aunque también se baraja la hipótesis de que el toledano Enrique Egás tuviera algo que ver en el trazado por la similitud del templo malagueño con las de los templos de Granada y Toledo. Hasta la segunda mitad del siglo XVIII diversos son los arquitectos encargados de continuar las obras, siempre intentándose respetar las lineas estilísticas del conjunto monumental. En 1764 se procedió a un minucioso derribo del muro que separaba la obra nueva de las viejas, realizándose también las distintas fachadas exteriores. Finalmente, en 1782 expiró la concesión que autorizaba el cobro para las obras y la Catedral quedó definitivamente inacabada, especialmente la torre sur, razón por la cual se bautizó a nuestro monumento más importante como La Manquita. Dejando a un lado su alto nivel arquitectónico, el interior del templo sobresale por un patrimonio artístico de alto interés. Podemos encontrar en él, especialmente, la Sillería del Coro, obra principal de los maestros Luis Ortiz de Vargas y Pedro de Mena, catalogada por el pintor Antonio Palomino como la Octava Maravilla del Mundo. También destaca en su interior unos impresionantes órganos, cuya construcción data de finales del siglo XVIII de mano del maestro Julián de la Orden . Alonso Cano, con su Virgen del Rosario y Capilla, o Claudio Coello, con su Inmaculada y Capilla  o el propio Pedro de Mena con sus estatuas orantes de los Reyes Católicos o La Virgen de la Dolorosa en la Capilla de los Caídos son algunos de los ejemplos de los grandes maestros del barroco español que dejaron su huella en la Catedral a lo largo de sus 14 Capillas.
 

Fuentes:
top